jueves, 6 de junio de 2013

Decisiones.


Hay decisiones que podemos arreglar, y decisiones a las que podemos acostumbrarnos, como un corte de pelo, un bocadillo mal escogido, un mal color de camiseta, un mal libro...

En cambio hay otras en las que solo nos queda la opción de volver atrás y cortarlo todo de raíz. Uno de esos ejemplos en el hecho de casarse. Cuando alguien decide dar el sí ante un altar, es porque su corazón se lo manda, porque está de acuerdo.  En ese momento todo está bien, pero en cambio a lo largo de los años se van descubriendo cosas que estaban ocultas, actitudes que no nos gustan o nos desagradan. Intentamos aguantar, ocultarlo o incluso disimular, pero hay un momento en el que un pequeño resorte salta, un momento en el que no podemos aguantar más. Por mucho que lo pensamos solo vemos una solución. Decidimos separarnos, volver al comienzo, comenzar de nuevo. En tan solo un momento decidimos tirar todos los años pasados, todos los recuerdos, los buenos momentos… Pero cuando estamos a puntos de venirnos abajo nos damos cuenta de que la gente a nuestro alrededor está de nuestro lado, que nos apoya para seguir adelante. Y es entonces cuando  nos damos cuenta de que hemos hecho bien.

A lo largo de nuestra vida debemos buscar nuestra felicidad ante todo, romper las cadenas que nos atan al pasado y no mirar atrás. Debemos preocuparnos por nosotros y lo que nosotros queremos.


miércoles, 5 de junio de 2013

-Aun no te he olvidado


Su rostro resaltaba entre los del resto. Aquella sala estaba abarrotada, pero yo podía distinguirle entre el resto.
Desde donde yo estaba no me vería llegar, así que salí corriendo después de soltar un grito de emoción. Llevaba meses sin verle. Anteriormente sentía algo muy fuerte hacía él, pero hoy en día había conseguido olvidarle, dejando tan solo la amistad entre nosotros.

Según me acercaba fui abriendo los brazos, dispuesta a chocar contra él.

-Me has roto una costilla –dijo mientras me abrazaba. Se me escapo entonces una leve sonrisa.

-Anda ya... exagerado…

Nos separamos el uno del otro y cruzamos la mirada durante unos segundos, segundos suficientes para que mi corazón volviese a funcionar, para que diese unos pasos atrás.

-Bueno, nos vemos por aquí –Dijo con una sonrisa.

-¡Claro! –respondí eufórica.

Me reuní de nuevo con mis amigas y continuamos con el paseo, viendo a la gente que pasaba a nuestro lado.
Cada vez que nuestras miradas se cruzaban de forma fugaz, mi corazón quería salirse del pecho, y mi sonrisa fluía sola.
Cuando el sol comenzó a ocultarse lo busque y le cogí de la mano.

-¿Te apetece dar un paseo?

-¿Por qué no? –dijo mientras me seguía. Salimos de la sala y comenzamos a andar por la acera.

Debido a su altura posó su mano en mi hombro, puesto que la cintura le quedaba demasiado baja. Yo, en cambio, rodeé su cintura con mi brazo. Un par de risas y bromas adornaron el camino.
Tras unos minutos andando encontramos un lugar donde sentarnos. Él se sentó primero, y yo me senté a su lado. Al principio comenzamos a tirarle piedras a un trozo de metal que se encontraba frente a nosotros. Justo después nos pusimos a mirar las estrellas.
Bajé la mirada algo inquieta.
-¿Sabes qué?

-Dime –dijo sin apartar su mirada del cielo.

-Aún no te he olvidado –Sentí como sus ojos se clavaban en mí, pero yo no levanté la vista del suelo.- Han pasado muchas cosas entre nosotros, he sentido demasiadas cosas durante mucho tiempo, no puedo olvidarlo de un día para otro, soy incapaz.

-Supuse que no habías sido capaz –dijo mientras elevaba de nuevo la vista al cielo- Aunque me decías que todo había pasado, cuando nuestras miradas se cruzaron tras el abrazo supe que aún sentías algo por mí.

-Es doloroso ¿sabes? –Volví a mirar al cielo.- No es fácil amar tanto a alguien que tiene novia, es demasiado duro.
-Lo sé –dijo abrazándome- A mí también me duele.

sábado, 1 de junio de 2013

Al final no es lo que habiamos pensado..

Muchas de las veces nos hacemos una idea diferente de las cosas, pensamos que algo será de una manera cuando en realidad no se parece en nada. Vivimos dentro de nuestra fantasía el máximo tiempo que podemos y cuando pensamos que nuestra fantasía con alguien se va a cumplir, nos damos cuenta de que no es lo mismo. Cuando lo tenemos a unos centímetros, cuando nos fundimos en un abrazo, cuando nos toca.. En ese minúsculo momento nos damos cuenta de que nada es igual, de que no es lo que nosotros habíamos pensado, y nuestra forma de reaccionar cambia. No queremos quedarnos solos, necesitamos a alguien cerca, alguien en quien refugiarnos, alguien con quien hacer que nos distraemos...
Enamorarse a distancia es un gesto muy bonito, pero cuando ambas almas se encuentran, ya no es lo mismo.