jueves, 6 de junio de 2013

Decisiones.


Hay decisiones que podemos arreglar, y decisiones a las que podemos acostumbrarnos, como un corte de pelo, un bocadillo mal escogido, un mal color de camiseta, un mal libro...

En cambio hay otras en las que solo nos queda la opción de volver atrás y cortarlo todo de raíz. Uno de esos ejemplos en el hecho de casarse. Cuando alguien decide dar el sí ante un altar, es porque su corazón se lo manda, porque está de acuerdo.  En ese momento todo está bien, pero en cambio a lo largo de los años se van descubriendo cosas que estaban ocultas, actitudes que no nos gustan o nos desagradan. Intentamos aguantar, ocultarlo o incluso disimular, pero hay un momento en el que un pequeño resorte salta, un momento en el que no podemos aguantar más. Por mucho que lo pensamos solo vemos una solución. Decidimos separarnos, volver al comienzo, comenzar de nuevo. En tan solo un momento decidimos tirar todos los años pasados, todos los recuerdos, los buenos momentos… Pero cuando estamos a puntos de venirnos abajo nos damos cuenta de que la gente a nuestro alrededor está de nuestro lado, que nos apoya para seguir adelante. Y es entonces cuando  nos damos cuenta de que hemos hecho bien.

A lo largo de nuestra vida debemos buscar nuestra felicidad ante todo, romper las cadenas que nos atan al pasado y no mirar atrás. Debemos preocuparnos por nosotros y lo que nosotros queremos.


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