martes, 18 de febrero de 2014

Recuerdos.

Creemos que todo está bien, que somos realmente felices, pero entonces algo en nuestro cerebro salta, algo que debía haberse mantenido oculto.
Como si de un tsunami se tratara, los recuerdos comienzan a arreglarlo todo. La felicidad que creíamos eterna resulta ser efímera, nuestra confianza se derrumba, y la visión que teníamos del futuro comienza a oscurecerse.
Pronto las lágrimas comienzan a brotar en nuestros ojos, y el malestar se apodera de nosotros. Ya no importa la idea que tuviésemos del futuro o de nuestra felicidad, todo se vuelve imposible para nuestra alma decaída. Nos damos cuenta de que los mismos recuerdos que en un momento nos reconfortaban, son los mismo que nos hunden en otras ocasiones.

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