Vas muriendo poco a poco. Dentro de ti todo es negro. Tus
pulmones han perdido el color rosáceo que tenían, tu estómago está en una
constante ebullición, y tu corazón nunca está de acuerdo con tu cerebro. Lloras
por las noches, intentando liberar algo de la oscuridad que ahora forma parte
de ti, pero no lo consigues. Todo es culpa de él, de tu amor no correspondido.
Sonríes y lloras al verle feliz con otra persona. Ocultas tu dolor y tus
lágrimas para no tener que dar largas explicaciones a gente que no les importa.
Escribes tus sentimientos para liberar presión. Te levantas de la cama, te
limpias las lágrimas y sales por la puerta con una sonrisa, fingiendo que no te
importa nada, pero cuando llegas a casa, lo único que haces es llorar al
recordar que amas a alguien a quien ni siquiera le importas.
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